Ryan Eom era un hombre maduro, viudo desde muy joven, sin hijos, campesino, rudo, chapado a la antigua, con unos fuertes principios bastantes retrógrados. No siempre había sido así; cambió radicalmente tras la muerte de su mujer; con la que estaba practicamente recién casado.
Físicamente era bajo, corpulento, tez morena, rubio, ojos claros.
Poseía una pequeña casa en medio del campo; cerca de un bosque profundo. Junto a la casa un pequeño molino con establo. Ryan vivía basicamente de su propia cocecha; dedicada en la enorme mayoría a la subsistencia. Con el resto, sobrante de las buenas cocechas, las guardaba para el invierno y las vendía en la ciudad. (La cual visitaba muy, muy poco).
Cierta mañana lluviosa, al salir para revisar los campos; encontró una cesta junto a su puerta. En ella sólo había un bebé con una marca roja en la cara. Ante la soledad, y recordando el deseo de su difunta señora de crear una familia; lo acogió. Le llamo Zack; nombre que siempre le había encantado a su esposa.
El niño creció rapidamente; inmediatamente mostró sus cualidades para la aventura, era muy intrépido y ambisioso, a la par que frío, serio y calculador.
La infancia de Zack, no fue fácil. Ryan siempre le trataba mal, le hacía trabajar todo el día en el campo en condiciones infrahumanas, practicamente no le alimentaba y cuando su padrastro se emborrachaba, era a menudo maltratado. Zack nunca se rodeó de niños, Ryan pocas veces le dejaba ir a la ciudad, y siempre controlado. Este hecho hizo que su carácter se agriara aún más y se volviera más introvertido.
El siempre creyó, que ese viejo loco no podía ser su padre. A parte de las evidencias físicas (Zack tenía el pelo muy oscuro, y tez muy blanca, alto y degado), no encontró ningún parecido ni apego hacia esa persona. Zack nuncá hablo de este tema con Ryan, no quería llevarse mas palizas; básicamente sus conversaciones eran sobre el trabajo y poco más. Ryan no reaccionaba bien ante otros temas.
Zack no podía reprimir su espíritu aventurero, así que ciertas noches sin luna (le encantaba la noche), o mientras el viejo borracho dormía la mona; él se adentraba poco a poco al viejo bosque frondoso cercano, simplemente investigaba mientras se imaginaba en su cabeza historias de magos y dragones entre esos árboles.
Cierta noche nublada, desde las cuales caían algunas gotas dispersas; Zack llegó más lejos que nunca...incluso andaba algo perdido. De repente, entre la oscuridad encontró una pequeña caverna. Se resguardó en ella de la lluvia que ya empezaba a caer. Al acomodarse toco unas cenizas; totalmente frías y esparcidas, por lo que pensó inmediatamente que allí estuvieron personas bastante tiempo atrás. De repenté palpó algo más duro; era un libro. Tenía muchas páginas y parecía muy viejo. Como pudo encendió un fuego tras varios intentos fallidos. Y allí mismo empezó a leer; no sin dificultad, ya que a su padrastro poco le importaba la cultura y la educación.
Miró con intensidad la portada y consiguió distingir dos títulos; uno en letras muy grandes y otro mas chiquitito.
MA...GIA NE...NE....NEGRA: ARRRTES NIGRO...NIGROMAN...MANTICAS.
El más pequeño decía:
ANEE..ANEEXO: INTRO....INTRODUCCIÓN A LA MA..GIA ELE..ELEMENTA...LISTA.
El chico se pasó leyendo toda la noche; hasta que junto con la salida del sol...amainó la lluvia. Al darse cuenta, guardó el libro bajo una roca y salió corriendo hacia su casa. Al llegar le espero una buena bronca y una enorme paliza; de las más duras de todas, pero en su interior no dejó de sonar una voz que le decía que tenía que leer aquel libro.
Así volvió a la cueva, practicamente, todas las noches. Su habilidad para la lectura mejoró muy rapidamente y en poco tiempo terminó el libro. Bajo la sombra y la oscuridad del bosque; empezó a practicar las habilidades que el libro le había enseñado, muy básicas pero muy difícil de realizar para un niño de apenas doce años. Rapidamente consiguió dominar practicamente todas; la muerte le atraía muchísimo y todo ese mundo alrededor.
Un par de años más tarde, con 14 años, Zack recibió una casi mortal paliza. Ryan volvió a casa una vez más borracho, enfadado de perder todo su oro en las apuestas. Así que se empezó a pegar al muchacho. Patadas y puñetazos se dirigían hacia Zack sin parar; el se intentaba defender como podía, pero no gritaba ni lloraba, la muerte no le daba miedo; más bien todo lo contrario. La sangre emanaba de todo su cuerpo; cara, extremidades, torso...mientras el viejo seguía golpeandole.
De repente, de las manos de Zack, emergió unas sombras que empezaron a envolver a muchacho, para posteriormente rodear al viejo. El viejo, al darse cuenta; paró instantáneamente mirando perplejo al pequeño muchacho. Los ojos del muchacho estaban completamente negros; Ryan empezo a gritar y en un vano esfuerzo; intentó correr. No se podía mover, aquellas sombras le tenían atrapado. Sintió un fuerte golpe y le empezó a faltar el aire y a amainar sus fuerzas. Notaba como su vida se escapaba por su boca, a través de las sombras; mientras levitaba. Lo último que vio en su vida el viejo Ryan; era que las heridas de Zack se curaban instantaneamente, cicatrizaban y su piel se reconstruía. En un último esfuerzo; pensó que sus sospechas se habían confirmado por completo. Aquel chico que recogió de la cesta cierta noche, poseía una tremenda fuerza oscura. Siempre lo había notado dentro de Zack; era la razón por la cual lo mantenía fuera de la sociedad. Era...peligroso. Y con esa última palabra, Ryan abandonó el mundo de los vivos.
Zack perdió inmediatamente el sentido. Recuperó la conciencia a la mañana siguiente; tenía un fuerte dolor de cabeza. Recordaba la noche anterior con algo de difilcultad. Al incorporarse, sus peores sospechas se confirmaron. Había matado a su padrastro, a Ryan.
Le entró el pánico, por muy frío y calculador que fuera, tenía sentimientos. Y aunque el viejo Ryan se merecía lo peor de este mundo; sintió el cargo del asesinato sobre sus hombros; y no podía parar de pensar que esas manos estaban manchadas de sangre.
Corrió como loco sin rumbo fijo, no sin parar antes por la cueva a recoger el libro negro que tanto le había enseñado. Tras varios días huyendo del recuerdo; y alimentandose de frutos del campo; llego a una enorme ciudad. Nunca había estado allí. Era inmensa y llena de gente. No sabía que en este mundo podía existir tanta gente. Era...Ascalon.
Mendigaba junto con otros niños, también huerfanos, en las calles de Ascalon. Mientras robaba verduras del puesto del gruñón Albert; siempre en la mente le rondaba la idea de descubrir sus antepasados. ¿Por qué le resultaba tan fácil controlar esos poderes? ¿Por qué mientras los demás niños no podía ni usar medianamente bien un conjuro de levitación; él usaba la magia negra como si fuera innata?
Con la edad; sus poderes fueron creciendo. Siempre practicaba a las afueras, en algún lugar donde nadie pudiera verle. Aún así, la fuerza de su interior se descontrolaba y sus amigos mendigos le empezaron a temer; mientras que algún ser mayor empezaba a sospechar de ese niño de pelo negro. Cierto día; se metió en un lió muy gordo, mientras los guardias de Ascalon le perseguían de su interior brotó de nuevo esa extraña fuerza, esas sombras. A lo lejos; un hombre vestido totalmente de negro y de tez muy blanca, observaba atentamente.
A cada paso que Zack daba, esa fuerza aumentaba. Los enormes guardias de Ascalon le tenían casi echado el guante. De repente, de su interior brotó un destello negro. Es lo último que recuerda.
Se despertó en una enorme mansión. Bastante oscura y lúgrube. Pertenecía al experto nigromante Noius; él era el hombre que presenciaba la escena de los guardias en Ascalon. Noius, viendo el enorme potencial de Zack, lo acogió bajo su tutela. Ya que dejarlo en libertad con tal poder sin controlar; era un peligro para la población.
Noius le enseñó todas las artes oscuras y todo sobre el mundo de la muerte. Además mejoró en Zack ciertas habilidades elementalistas. Zack aprendió rapidamente y Noius estaba realmente sorprendido con el potencial del chico.
Una mañana, Noius desaparece; ni rastro de él.
Era el momento de irse; de responder a todas las preguntas que le rondaban en la cabeza.
¿Donde está mi maestro, Noius? Le debo la vida y le tengo enorme respeto. Tengo que saber que ha pasado con él.
¿Quien soy?¿Que soy?¿De donde vengo?¿Quienes eran mis ancestros? Desde pequeño, ésto me atormenta.
Su enorme espíritu aventurero hizo que Zack cogiera inmediatamente su bolsa con sus pertenencias y armas; el poco capital que poseía, y algún recuerdo personal; y marchara inmediatamente a Ascalon; ciudad que visitaba asiduamente su maestro.
Llego rapidamente a la gran ciudad; se sentía enormemente perdido. Aunque desconfiaba mucho de quienes se le acercaban no podía retener su sentimiento por investigar y entablar esas relaciones sociales que nunca había tenido.
En poco tiempo encontró a un grupo de personas, de muy distinta índole; pero parecían buena gente. Él era todavía bastante novato, por mucho potencial interior que tuviera; así que necesitaba la ayuda de éste grupo para que le guiaran en éste mundo que acaba de descubrir. Era un clan; todos tenían su historia y pasado detrás, como Zack...lo que le hizo sentirse reconfortado, integrado. Como en la familia que nunca tuvo.
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Bueno, siento enormemente este tocho; pero me encanta escribir y más sobre éstos temas. A ver que os parece. (Si es que alguno se lo consigue leer).
